domingo, 5 de julio de 2009

De cómo son las mujeres, el veranito y un poco más de Feynman

El subtítulo de este blog sigue rezando "Diatribas de un misógino en la urbe", pero el caso es que, pese a que no hayan cambiado los principios de este humilde narrador de necedades, aquí ya no hay diatribas, ni misoginia, ni, si me apuran, urbe. Podría enzarzarme en un rimero de explicaciones de las que difícilmente saldría bien parado, así que prefiero pasar de puntillas sobre el asunto y quedarme con lo que hoy nos ha traído aquí.

Visitando uno de los blogs que sigo y recomiendo, me encontré con esta fábula deliciosa sobre la visión de cómo son las mujeres a los ojos de un pobre niño ignorante que empieza a descubrir que, en el fondo son todas súcubos.

Por eso, y porque hace tanto tiempo que no hablo de mujeres que ni me acuerdo de la última vez que lo hice, creo que es hora de retomar el tema. Ah, y porque ya llegó el verano y, como me enseñó mi amigo Malasombra (¡felicidades!) que decían los Gomaespuma, "el verano es la época del año en la que las mujeres se quitan el abrigo y se ponen las tetas". Da igual dónde se mire, siempre hay más carne a la vista que encubierta.



Haz click aquí si no ves el vídeo.

Por resumir el vídeo (en serio, ¡hay que verlo!), las enseñanzas son:
  • Hay que mentir a las mujeres, o de lo contrario se vuelven locas.
  • Las mujeres no tienen sentido del humor.
  • Las mujeres nunca hacen nada gratis, pero si tienes algo que quieran, puedes negociar.
  • Las mujeres son sensibles a las emociones. Harán cualquier cosa si muestras un poco de vulnerabilidad.
  • Las mujeres son lo mejor que hay en el mundo.
Aunque algunas de las reflexiones de Mathias son discutibles (sobre todo la última, comparando con un coche italiano), se me ha venido a la memoria otra historia que contaba en su ¿Está usted de broma Señor Feynman? nuestro siempre admirado Richard Feynman, premio Nobel de Física, músico de bongos y experto en psicología femenina.

Decía así:
Tras la muerte de mi esposa [su primera esposa murió de tuberculosis], tenía que volver a empezar, por lo que tenía interés en conocer algunas chicas. En aquellos días se hacían un montón de bailes de sociedad, que servían para que la gente se mezclase y conociese mejor, especialmente los recién llegados y los veteranos.

Recuerdo el primer baile al que asistí. No había ido a bailar durante los tres o cuatro años que estuve allá el Los Álamos [mientras participaba en el Proyecto Manhattan]; ni siquiera había estado en sociedad. Así que fui a ese baile y procuré bailar lo mejor que sabía, y me pareció que aún lo hacía razonablemente bien. De ordinario se puede saber sin más que observar si tu pareja se siente a gusto.

Conforme bailamos yo solía hablar un poco con la joven que tenía de pareja; ella me hacía algunas preguntas referentes a mí, y yo otras tantas a ella. Pero cuando quería volver a bailar con alguna joven con la que hubiera bailado ya, tenía que buscarla.
«¿Quieres bailar otra vez conmigo?»
«Disculpa, pero necesito un poco de aire fresco» O bien: «Verás, es que tengo que ir al servicio», y otras excusas por el estilo, y así con dos o tres chicas seguidas. ¿Qué tenía yo de malo? ¿Tan chapucera era mi forma de bailar? ¿Es que mi personalidad les resultaba repulsiva?

Bailé con otra joven más, y vuelta a repetir todo el cuestionario: «¿Eres estudiante de primer ciclo, o estás graduado ya?» (Había muchos estudiantes mayores de lo normal, porque habían estado en el servicio militar.)
«No, soy profesor.»
«¿Oh? ¿Profesor de qué?»
«Física teórica.»
«Imagino que trabajaste en la bomba atómica.»
«Pues sí. Estuve en Los Álamos durante la guerra.»
Ella dijo: «¡Eres un maldito mentiroso!» y se marchó.

Eso me quitó un gran peso de encima. Lo explicaba todo. Ingenuamente, yo había estado diciéndoles la verdad pura y simple, sin caer en la cuenta de que era lo malo. Era absolutamente obvio que mientras me comporté con toda naturalidad, contestando a sus preguntas y siendo sincero y cortés, las chicas me esquivaban una tras otra. Todo parecía muy bonito y de repente, ¡zuup!, ya no funcionaba. No comprendía nada hasta que aquella mujer me llamó maldito mentiroso.

Probé entonces a evitar todas las preguntas, y con ello logré el efecto contrario.
«¿Eres de primero?»
«Bueno..., no.»
«Entonces estás haciendo la tesis.»
«No.»
«¿Pues qué eres?»
«No lo quiero decir.»
«¿Por qué no quieres decirnos lo que eres?»
«Porque no quiero...», y ellas seguían hablándome.

Acabé con dos muchachas en mi casa, y una de ellas no hacía más que decirme que no debía sentirme inferior por ser de primero; que había otros muchos chicos de mi edad empezando los estudios universitarios, lo cual era realmente cierto. Ambas eran de segundo curso, y las dos se mostraban muy protectoras y maternales. Trabajaron intensamente en mi psicología; pero yo no quería que la situación llegara a crear ningún malentendido, así que les revelé que era profesor. Se molestaron mucho al sentirse engañadas. Tuve muchos problemas desempeñando mi papel de joven profesor en Cornell.
Podría ahora volver a mis diatribas sobre las mujeres, pero, por supuesto, cualquier cosa que yo dijera aquí sería supérflua y fundamentalmente errónea. En el caso improbable de decir algo cierto, sería algo que ellas ya saben, y que sin embargo nosotros no seríamos nunca capaces de llegar a comprender.

Cualquier perversidad, cualquier crueldad, cualquier inquina que se nos pueda pasar a los varones por la cabeza, sólo será un resoplido comparado con en el vendaval de maldad que es la fértil imaginación de una mujer.

Queridos niños: Sólo puedo terminar repitiendo el axioma que, no se equivoquen, no es original mío sino de mi amigo Ramón: "Las mujeres son blanditas y huelen bien". Lo que sí es mío y del saber popular, no lo duden, es aquello de "Son todas golfas".

En fin, si pese a todo algún caballero sigue empeñándose en intentar entender a las mujeres, ya sabe cómo funciona esto del amor.

¡Ah!, y recuerden que son todas golfas menos mi madre.



Después de haberlo escuchado media docena de veces se me ha pegado hasta la música del vídeo, que se llama Blow your mind, de Thomas Haardell.

9 comentarios:

  1. Joder que bueno el video, si señor...
    Creo que resume a la perfeccion, las relaciones entre hombres y mujeres...
    Y un crack el Mathias...
    Voy a probar yo lo de mostrarse vulnerable en los vestuarios femeninos....
    "Es que no encuentro a mi mama..."

    ResponderEliminar
  2. Aunque estoy de lunes y dormido he podido captar perfectamente el mensaje....hijas de p....su padre.....lo peor de todo...es que aunque dures 200 años....aprendes cual es su táctica pero eres incapaz de contratacar....y si alguna vez piensas que sí...te ha vuelto ha engañar y ésta vez por partida doble....

    En fin, un video muy bueno...y ahora no digas que ya sabias que la chica estaba escribiendo sobre los hombres....no te pegues el farol...

    ResponderEliminar
  3. La idílica y angelical imagen de la profesora al principio del video me ha retrotraído a mi infancia.
    Por mucho que creamos que estamos mintiendo a una mujer ella siempre irá un paso por delante.

    ResponderEliminar
  4. Joder que bueno!, nos sacan años de ventaja...

    ResponderEliminar
  5. Muy bien Misantropo, volvemos a los origenes, si señor.10/10.

    Sobre las mujeres, son un regalo de los dioses( sí, somos unos cabrones, vosotros teneis los SIMS, y nosotros a vosotros):

    "Prometeo decidió robar las semillas de Helios (Sol) a los dioses y entregárselo a los hombres para que pudieran comer y realizar otras tareas culinarias.

    Zeus se enfureció y ordenó la creación de una mujer que fue llenada de virtudes por diferentes dioses. Hefesto la moldeó de arcilla y le dio forma; Atenea le dio su ceñidor y la engalanó. Las Gracias y la Persuasión le dieron collares, las Horas le pusieron una corona de flores y Hermes puso en su pecho mentiras, palabras seductoras y un carácter voluble.

    Prometeo advirtió a Epimeteo no aceptar ningún regalo de los dioses, pero Epimeteo no escuchó a su hermano y aceptó a Pandora, enamorándose de ella y finalmente tomándola como esposa.

    Hasta entonces, la humanidad había vivido una vida totalmente armoniosa en el mundo, pero Pandora abrió el ánfora que contenía todos los males (la expresión «caja de Pandora» en lugar de jarra o ánfora es una deformación renacentista) liberando a todas las desgracias humanas (la vejez, la enfermedad, la fatiga, la locura, el vicio, la pasión, la plaga, la tristeza, la pobreza, el crimen, etc). Pandora cerró la caja justo antes de que la esperanza saliera y corrió hacia los hombres para decirles que no estaba todo perdido, que aún les quedaba la esperanza(Y una mierda, esa salió la primera)."

    Y sobre las mujeres, lo mejor es la sinceridad de una:
    http://www.youtube.com/watch?v=PluRW3_FEt0

    De todas formas es su mecanismo de defensa, dado que los ONVRES somos de alivio: Conan el barbaro, Zeus, Don Juan,Rasputin,Gene Simmons,Mick Jagger, Casanova ...
    By HORUS a proud propietario de un haren de 666 concubinas

    ResponderEliminar
  6. Toda la razón a la última frase....

    ResponderEliminar
  7. Esta claro que, hagamos lo que hagamos, las mujeres nos tienen cogidos por los huevos: basta una mirada de perrito degollado para convertirnos en el pagafantas más grande del mundo. Así es como funciona.
    Y no hay antídoto posible.

    ResponderEliminar
  8. kkkkkkkkkkk!!! ese chico es la mejor metáfora de la ingenuidad masculina!!!

    y lo mejor de ver es la cara de felicidad del pobrecito!!! identificación total con las desventuras del loiro!

    ResponderEliminar