De los viajes espaciales, los cambios vitales y las oportunidades

— ¿Sabes lo grande que es el espacio?
— No —respondió Masklin—. Es muy grande, ¿verdad?
— Sí. ¿Conoces el significado de las palabras «suministro de oxigeno»?
— No.
— ¿Y «traje espacial»?
— Tampoco.
— En el espacio hace mucho frío.
— ¿Y no podríamos hacer algo así como dar saltitos para mantener el calor? —propuso Masklin, desesperado.
— Me parece que ignoras lo que contiene el espacio.
— Dímelo tú, entonces.
— Nada. No contiene nada. Y lo contiene todo. Pero en él hay muy poco de todo y mucha más nada de lo que puedas imaginar.
— Aun así, merece la pena intentarlo, ¿no?
— La empresa que propones es terriblemente imprudente.
— Sí, pero verás —replicó Masklin con firmeza—: si no lo intentamos, vamos a seguir siempre así, huyendo de un sitio hasta encontrar otro para, justo cuando empecemos a habituarnos a él, tener que escapar otra vez. Tarde o temprano deberemos encontrar algún sitio que podamos considerar realmente nuestro.
— No es el momento oportuno. Aun no estáis preparados.
Masklin apretó los puños y exclamó:
— ¡Nunca estaremos preparados! ¡Yo nunca lo estaré! ¿Cómo esperas que esté preparado para nada? ¡En esto consiste estar vivo! ¡En no estar preparado para nada! Porque uno sólo tiene una oportunidad. ¡Sólo tiene una oportunidad, y luego muere y no se le permite nunca probar otra vez cuando uno ya le ha cogido el truco al asunto! De modo que vamos a intentarlo ahora.
— Aprendes deprisa.

Terry Pratchett. El éxodo de los gnomos.