Del dodo y otros bichos a extinguir
Un buen amigo y compañero (ex-compañero, debería decir) me recomendó un buen día el libro de Bill Bryson “Una breve historia de casi todo”. Huelga decir que si lo mento aquí es porque, primero, leí el libro y, segundo, me gustó hasta tal punto que además de que ya lo he regalado un par de veces lo he leído del tirón al menos otra tantas (lo cual no suele ser habitual en mí salvo en el archiconocido caso del Quijote).
Bryson hace un resumen somero y ameno de la historia de la Ciencia en ramas tan dispares como la astronomía, la física, la química, la geología o la biología. Pero no se centra en lo que sabemos del universo, sino en cómo hemos llegado a saber lo que sabemos (o suponemos que sabemos, deberíamos decir).
El caso es que, dentro de un capítulo “Adiós”, se acuerda del extinto dodo, un ave no volador que vivía en las islas Mauricio y que, por lo que se rumorea, era bastante tonto. En el susodicho capítulo se cuenta lo siguiente:
No conocemos exactamente las circunstancias, ni siquiera el año en que se produjeron lo últimos momentos del último dodo, así que no sabemos qué llegó primero, un mundo que tenía unos Principia u otro que ya no tenía ningún dodo, pero sabemos que las dos cosas sucedieron al mismo tiempo, más o menos. [...] Los dodos eran tan espectacularmente cortos de miras, según se cuenta, que si querías cazar a todos los dodos de una zona no tenías más que coger uno y hacerle graznar y todos los demás acudían a ver qué pasaba.
Las indignidades cometidas con el pobre dodo no acabaron ahí. En 1755, unos setenta años después de la muerte del último, el director del Museo Ashmoleano de Oxford decidió que el dodo disecado de la institución se estaba poniendo desagradablemente mohoso y mandó que lo quemasen. Fue una decisión increíble, ya que era por entonces el único dodo que existía, disecado o no. Un empleado que pasaba se quedó aterrado e intentó salvar el ave, pero no pudo rescatar del fuego más que la cabeza y parte de una pata.
Debido a esto y a otras transgresiones del sentido común, hoy no estamos demasiado seguros de cómo era un dodo vivo. Poseemos mucha menos información de lo que supone la mayoría de la gente. Disponemos de más restos materiales de monstruos marinos antiguos y de torpes y pesador saurópodos que de un ave que vivió en tiempos modernos y no necesitaba de nosotros para sobrevivir nada más que nuestra ausencia.
¿Y a qué viene que nos acordemos aquí del humilde y extinto dodo? Bueno, está claro que millones de años de evolución de este bicho sólo le sirvieron para acabar sus días de manera absurda, inútil e ignominiosa. Sólo Dios sabe cuánto tiempo estuvieron los dodos viviendo tranquilamente, sin hacer nada ni bueno ni malo, hasta que un día llegó un barco cargado de rudos marineros que los mataban por el mero hecho de divertirse, porque por lo visto, para colmo de males, su carne era bastante asquerosa.
Y el caso es que el dodo no es el único bicho abocado a la extinción. Más de uno, sin posibilidad (ni ganas) de perpetuar o transmitir el material genético recibido de nuestros padres, siente de manera irremisible que la rama genética a la que pertenece debe finalizar en él. Y, si debe acabar aquí, ¿para qué prolongar la agonía?
Me quita la ilusión de vivir el saberme incapaz de hacer nada mejor de lo que ya he hecho en lo que me queda de vida. Y saber que padezco el síndrome denominado “no me toques las palmas que me conozco”, que se caracteriza por una incapacidad total y absoluta para discernir entre lo que me conviene, lo que me apetece y lo que quiero no ayuda, la verdad.
Otro de los síntomas más claros es el que me impide decir que no a cualquier cosa que me ofrezcan.
— ¿Quieres tirarte por un puente?Y ahí voy yo en caída libre.
— Em... buenoooo....
Con todo, debo decir que me llena de gozo que la gente sea capaz de echarle una mirada a su vida y ser feliz pesia no haber hecho nada en pro de sí mismo, ni de los que le rodean, ni de aquellos con los que comparten el planeta, ni de los que están por venir.
La reflexión que traemos para finalizar viene de otro grande: Isaac Asimov. Hace un par de días, con aquello de la proximidad de las elecciones, en el blog (que curiosamente me recomendó el mismo amigo) de Historias de la Ciencia se traía la metáfora del cuarto de baño, en donde Asimov comparaba el mundo con una casa con un par de baños. El caso es que, cuanta más gente hay viviendo en la casa, a menos baño se toca. La consideración última nos viene muy al caso:
A medida que crece la población planetaria el valor de una vida no solamente declina, sino que al final desaparece. Ya no importa si alguien muere. Cuanta más gente hay, menos importa cada individuo.
Queridos niños, aquí estoy, en mi isla de oprobio, en el centro del piélago del océano de la desazón, aguardando una segura extinción. Quiera Dios que sea rápida, y, si es posible, que no sea a manos de un fornido marinero.
Sin duda, el dodo era un ser privilegiado de la naturaleza. Al menos él no tenía hipoteca.
Sabes que disiento de tu afirmación principal, pero por si te lo tomaras en serio, siempre puedes pasar a la posteridad: http://es.wikipedia.org/wiki/Premio_Darwin
ResponderEliminarCaramba, Ventu... ¡cada día te encuentro más alegre y optimista! xDD.
ResponderEliminarEn el fondo todos somos tenemos algo de dodó: cuando vemos algo raro siempre acudimos en masa como idiotas a ver que regalan... aunque regalen hostias.
Pero no por ello hay que ponerse melodramático, que en la vida hay muchas cosas que disfrutar antes de extinguirse, a saber: la F1, las italianas, la PS3, la wii...
Si hay un bicho que me cabrea es el Oso Panda, aunque aún más me cabrean todos los ecologistas empeñados en la supervivencia de un ser programado genéticamente para su extinción.
ResponderEliminarNo entiendo como te puede gustar un plomo como El Quijote; la gramática puede ser excelente, pero el desarrollo y temas son terriblemente malos.
¿Que el Quijote tiene desarrollo y temas malos? ¿Pero de verdad lo has leído?
ResponderEliminarEn serio, cada vez que lo leo me descojono vivo. Y cada vez que lo leo descubro más y más enjundia tanto en la historia en sí como en los personajes. La Quijotización de Sancho, el modo en que don Quijote cambia el mundo para verlo a su conveniencia, las historias dentro de la historia... Por Dios, cuando están en la venta y se ponen a leer la novela del curioso impertinente, que llega un punto en que estás leyendo una novela en donde los personajes leen y comentan una novela.
O cuando está peleándose con el vizcaíno y corta la historia para contar cómo encontró de casualidad el resto del relato en un mercado de Toledo, y el traductor al que le dió los pliegos se descojonaba de risa.
Y si me dices que el desarrollo de la segunda parte es malo, ¡apaga y vámonos! Cada vez que leo cómo cuenta Sancho Panza que cuando iba a lomos de Clavileño veía a la gente como guisantes me parto el ojal.
Sólo por ser el libro que plantó las bases de la novela moderna ya debería ser lectura obligada, pero es que además es una obra maestra en sí misma.
Cierto es que intenté leerlo con 14 años y además de que no pude acabar ni la primera parte me pareció un coñazo, pero lo leí a los 18 y desde entonces duermo con un ejemplar bajo la almohada.
En serio, me sorprendes...
Volviendo al tema:
ResponderEliminarShrek: los hay que ni llamamos la atención al llegar, ni al vivir, ni a la hora de partir. Hay que resignarse y aceptar lo que nos ha tocado.
Miguelón: Ya sabes que alegría y optimismo son dos palabras que no están en mi diccionario.
Besos para todos
Me alegro de que te guste El Quijote, pero yo preferiría comer cristal antes que volver a leerlo.
ResponderEliminarEste veramo me lei "Alicia en el pais de las maravillas" (de el otro Lewis) , donde sale el inigualable, inequivo y estupido Dodo.
ResponderEliminarhttp://en.wikipedia.org/wiki/Dodo_(Alice%27s_Adventures_in_Wonderland)
Solo tengo que decir que te ha quedado bien el post.
Te vuelvo a remitira al VHEMT
(http://www.vhemt.org/) , que aparte de tener un logo muy chulo, tienen razon en mucho de lo que dicen.
PD: y no pongo los Hrefs porque ya no soy tecnico.
Bueno ventu, aprovecho y te pido que me pongas como heredero de tu piso y propiedades y te tires de un puente.
ResponderEliminarHay que intentarlo, que la vida está muy dura.
No puedes morir porque tu tienes que ser el conductor de mi coche fúnebre, y no pienso morir hasta los 90 y muchos... por dar por saco principalmente, voy a ser un viejo plasta de los mejores.