Un viaggio a Maranello: Terzio giorno (1ª parte)
¡Alto! ¡Attenzione!
Si vas a ver leer el texto que hay a continuación lo mejor es que antes te enteres de qué va todo esto tanto en las crónicas del primer día de mi viaje a Italia como en las del segundo.
También puedes ver algunas de las fotos. Todo ha sido posible gracias a mis amigos y compañeros de SIA. ¡Gracias una vez más!
¡Alto! ¡Attenzione!
También puedes ver algunas de las fotos. Todo ha sido posible gracias a mis amigos y compañeros de SIA. ¡Gracias una vez más!
¡Alto! ¡Attenzione!

Para mayor jocosidad, la noche anterior había cenado en una pizzería de Fiorano una pizza del tamaño de la tapa de una alcantarilla, y eso que era la más pequeña que despachaban. La grande era rectangular, cubría una superficie cercana a las 2 hectáreas y eran necesarios 4 estibadores para sacarla del horno. He de decir aquí que una cosa tiene Italia que te hace sentir como si estuvieras en SIA: las latas de cocacola están en italiano.

Se preguntarán, con razón, a qué viene toda la historia de la pizzería. Bueno, lo primero es que tomarte una pizza en Italia y compararla con las de aquí ni es lícito, ni debería estar permitido por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Y no me estoy refiriendo al Telepizza, el Pizza Hut o el Ginos, por supuesto. Y, segundo, apretarte una pizza cuando estás con el estómago encogido no suele ser una buena idea. Pasé una noche muy entretenida sin necesidad de compañía.

Vista la poca animación que había en Fiorano a las 1o de la mañana, finalmente me enfrenté a mis fantasmas y me decidí a dirigir mis pasos a Maranello.
La entrada al Museo ya indica que lo que hay dentro es especial. No serán obras de arte, pero a más de uno no nos importaría tener uno de esos coches en el salón de casa. Tremando como un niño en la puerta de Disneylandia, entré.
No creo que a ninguna de las dos mozas vestidas de Ferrari que estaban en la entrada les sorprendiera ver llegar a un turista, pero supongo que ver a un mocetón más cerca de los 30 que de los 20 con los ojos llorosos abiertos como platos (se admiten chascarrillos), las manos temblorosas y cara de haber llegado al paraíso pidiendo una entrada para luego no atreverse a entrar tiene que ser, cuando menos, curioso.

El Ferrari 126 C que tenían expuesto era una oda a la temeridad. Imaginarse a un mortal llevando al límite semejante máquina hace estremecer al más sereno. Pero no es sólo que tenga la pinta de una caja de muertos con ruedas y alerones, sino que el interior da la sensación de haber sido concebido para maximizar los daños al piloto en caso de accidente. Desgraciadamente Gilles Villeneuve, el que es junto a Stirling Moss uno de los pilotos más queridos y admirados de la historia que nunca llegaron a ganar un mundial, lo comprobó empíricamente.
En la planta superior estaban los modelos que no eran de F1. Junto a coches más o menos actuales como un 599 GTB Fiorano, o un 360 Modena hecho expresamente por orden de Giovanni Agneli como regalo de bodas para Luca Cordero di Montezemolo, se veían clásicos de los 60 y 70, y los modelos exclusivos que todos hemos tenido en los cromos: un Dino, un F40, un F50 y un Enzo.


Algo así como 3 horas estuve en el museo viendo y disfrutando los coches. Sí, es posible que se pudiera ver en menos tiempo, pero yo me quedé con ganas de más.
A eso de la una de la tarde salí y me encaminé hacia la fábrica de Ferrari. Anduve los 400 metros escasos que separan el museo de la fábrica y la Ferrari Store como si no fuera a llegar nunca, o como si no quisiera llegar. Una calle estrecha, un giro, y ahí está frente a mí la puerta que he visto un millar de veces. Y no es espectacular. No es lujosa, no es pretenciosa, y cualquiera podría pensar que lo mismo pudieran fabricar coches que baldosas de cocina, como hacen todas las demás fábricas de los alrededores. Pero cuando se ve el escudo de Ferrari en la puerta todo cambia: ya no es una fábrica cualquiera. Es la casa de los campeones del mundo, del equipo de Formula 1 más laureado de todos los tiempos.

Por cierto, el regalo de Navidad en Ferrari fue un F2007 en escala 1:12, un calendario de Ferrari, una caja de un pin, llavero o similar, lo que parecía ser un libro anuario del 2007 y una foto de Kimi y Felipe firmada por ellos. Huelga decir que lo importante no era el gasto, sino que todos salían con sus regalos orgullosos de llevarlos. Más de uno me miró con cara de "Molo, ¿eh?" cuando me vio con cara de pánfilo frente a la fábrica.
A unos escasos 200 metros de la fábrica vi salir de un colegio a unos chavales vestidos de deporte camino del parque. Me pregunté, no sin envidia, cuántos de ellos acabarían trabajando en la empresa de Il Commendatore.
Así que volví al Museo y me tomé un café cappuccino en la Caffetteria del Cavallino junto a trabajadores de Ferrari. No llevaban mono rojo, pero iban con acreditación, así que supuse que era personal de oficina.

Me acerqué a la chica que ya me había visto lloriqueando por la mañana y le dije en mi ya famoso italospagnolo de bolsillo que si me podía hacer una foto con ella. Me contestó que sí, y cuando ya la tenía le dije que era para que mis amigos vieran que todas las italianas eran guapas, pero que las italianas de Ferrari lo eran aún más. Cuando se echó a reír y me preguntó de dónde era no tuve los reflejos de macho ibérico que necesitaba para invitarla a España, así que me limité a contarle que venía de Madrid, y que mis amigos me habían regalado un viaje a Italia porque saben que amo Ferrari, amo Italia, ¡y amo a las italianas! Grazie mille!
Queridos niños: no puedo decir que Maranello sea una ciudad bella, luminosa, o tan siquiera populosa, porque hay otras muchas que la avergonzarían en la comparación. Pero Maranello es mágica. Cada esquina, cada calle, cada casa, está acompañada por un color, un sentimiento y un mito: Ferrari, y para mí eso es suficiente.
El resto del relato del día, compartiendo la tarde con un jocoso lugareño en el circuito de Fiorano, en la segunda parte de la crónica del tercer día.
Sono lieto che ti sia piaciuto il viaggio!... Bella ragazza italiana!... Felice Anno Nuovo Ventureto!
ResponderEliminarGrazie mille!
ResponderEliminarFelice anno nuovo a tutti!
Leyendo tus aventuras y desventuras por la tierra de los conquistadores me vienen a la memoria todas las sensaciones que tuve en mi primer GP de Motociclimos de Jerez 2006. Fui con nuestro amigo David Cuesta, un saludo desde aquí para él) y lo que te puede decir despues de casi dos años es que todabía está en mi memoria más fresca todos y cada uno de los momentos que viví (incluyendo los olores a goma quedama, chicas guapas y demás). Resumiendo, que el tiempo no borre todo eso y que lo disfrutes de corazón.
ResponderEliminarP.D: Yo este año bajé en moto, otro tipo de sensaciones igual de buenas...¿vas a ir el próximo año en un ferrari?..xDDD
Leyendo tus aventuras y desventuras por la tierra de los conquistadores me vienen a la memoria todas las sensaciones que tuve en mi primer GP de Motociclimos de Jerez 2006. Fui con nuestro amigo David Cuesta, un saludo desde aquí para él) y lo que te puede decir despues de casi dos años es que todabía está en mi memoria más fresca todos y cada uno de los momentos que viví (incluyendo los olores a goma quedama, chicas guapas y demás). Resumiendo, que el tiempo no borre todo eso y que lo disfrutes de corazón.
ResponderEliminarP.D: Yo este año bajé en moto, otro tipo de sensaciones igual de buenas...¿vas a ir el próximo año en un ferrari?..xDDD
Impresionante! el valor que tuviste que sacar para hacerte la foto con esa italiana vestida de ferrari. ¿todas son unas golfas menos las italianas vestidas de ferrari ? :P
ResponderEliminarMe alegro que disfrutases y sobretodo que compartas tu viaje en este blog.
Que buen viaje te has pegado...
ResponderEliminarP.D. Me corroe la envidia. :-)
Sé que lo de la envidia lo dices por la italiana :D
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